Vivir a quinientas calorías

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Otra cena más, otra vez la lucha interna para que la comida se quede adentro de mí. Son incontables las arcadas que siento. Mi reina llorando dentro de mí porque la abandono, la abandonó por qué no puedo más vivir con ella porque me destruye y destruyo la vida de quienes quiero. Ya no quiero más esa vida solitaria donde cuentos calorías para vivir, donde el ingresas más de 500 calorías está mal para mi, esa vida donde no existe la compasión por tu persona, solo te mantienen vivas las ganas de estar flaca; que tus clavículas, costillas y huesos de la cadera sobresalgan. Esos interminables ayunos con ejercicio en exceso hasta que te desmayas y perdés la conciencia por horas. Esas miradas en la hora de la cena, esos juegos en los que vos no participas pero sos la atracción principal; el que traten de apostar quien tiene la razón de cuanto vas a comer esta vez. Esa mujer fría la cual no le interesa que te alejes de ella mientras que le siga siendo fiel a su reina. Esas interminables ganas de terminar con tu vida para no sentir más que esas peleas que te van destruyendo poco a poco el  alma que te queda. El dolor físico que te generas para compensar el dolor interno que tenés. Pero ya no soy esa, ya estoy bien, me veo al espejo y me veo esos kilos de más que en algún momento voy a bajar. Esas cicatrices en mi brazo que ya no se ven si no conoces mi historia, pero siempre van a estar ahí para recordarme lo que fui y quien soy ahora, esas marcas están ahí para que yo no vuelva a caer voluntariamente, porque ya entendí todo lo que está bien. Yo sabía que de un trastorno alimenticio a no me iba a morir, porque yo siempre pude pararme, siempre tuve esa decisión que se necesitaba para parar, siempre tuve un límite, porque siempre que miraba esos ojos verdes yo sabía cómo parar, para no ver la desilusión en ellos. De bulimia y principios anorexia no me iba a morir, eso siempre lo supe pero nunca tuve en cuenta esa depresión constante que me lleva con ella la bulimia, esa depresión si mataba si yo no paraba, si mi cabeza no hacia “clic”. Ese punto de retorno, el cual no muchas encuentran.