El lujo

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¿Qué le importaba si se habían visto una, dos o mil veces? Sí, ya sabía, todavía no tenía derecho a tener sentimientos. Le quedaba un largo trecho por recorrer antes de poder tenerlos sin ser catalogada de intensa o de loca de mierda. Estaba ya cansada de estas reglas de las que nadie se hacía cargo impuestas por la desentendidamente llamada sociedad. También estaba cansada de que la dejaran. Cansada de que se cansaran de ella. Cansada de que nadie se pusiera los pantalones y le dijera flaca, ya fue; todos preferían ignorarla o decirle no, está todo bien hasta que estallara. Se había dado el lujo de creer por enésima vez que esta podía ser diferente y por enésima vez la habían defraudado. De todas maneras, después de un largo rato de deambular por su cabeza decidió seguir las reglas del juego. No sentiría. No esta vez.