Mi flor marchita (sueño de almas)

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El lento caminar entre las estrellas deslumbraba su bello rostro con la luz de la luna. Su tez, resaltaba solemne, apartada de tanta oscuridad. Sus ojos, brillantes entre albas y marrones, se extinguían y hasta desaparecían dejando apenas un pertinaz humo grisáceo, al son de lejanos casqueos de ramas ya consumidas.
Terminó atravesándome con su mirada, y fue cuando mis defensas no resistieron tanta dulzura, tras lo cual desplegué un suspiro… casi al mismo tiempo que él dejó caer su cabeza sobre mi hombro mostrando un hermoso cabello negro.
Quiso decir unas palabras, pero un incesante zumbido lo detuvo. Eran las nueve; hora de despertarse y dejar de soñarlo.
Sin embargo, él logra que me pierda en todo tipo de sueños; que sea inevitable recordarlo.
Es una belleza inquietante, pura y digna de aquellas personas que descolocan el aura de sólo pensarlas.
A eso le llamo amor. Él es sinónimo de amor, sin más que decir.
¿Pero saben lo mejor?
Su mirada es el zoológico que hace revivir mi estómago.
Sus labios son los que me hacen descender a la locura, o hasta las nubes de un nuevo paraíso desconocido; aquellos que a veces se vuelven realidad.
La belleza es un complemento que implica tantas variedades… pero él, una vez más, es quien las unifica a todas.
¿Es amor lo que siento?
¡Pero sí! ¡En realidad, el amor no es siquiera similar a lo que yo siento por él!
Las situaciones se vuelven raudas una vez más, pero me quedo en mi lugar esperando tu dulce llegada.
Entre suspiros y silencios, quiero que me leas.
¡Léeme a mí! ¡Léeme la mirada, lee lo que siento!
Mira como muerdo las estrellas cada vez que miro el cielo y bailo con la Luna mientras te pienso.
Mira cómo se funde el hielo al chocar con esos labios de la desidia que me pierden en frugales sueños inquietantes.
Mira cómo tu alma me penetra en el acné y convierte al tiempo en un flagrante fugitivo.
Pero es que yo no sé nada de por acá. Necesito a mi guía de siempre.
Necesito un despertar; un renacer lento.
Necesito del aire; necesito de mi musa para revivir y fusionar un par de almas en un frenesí lejano, pero existente entre dos almas que perduran para siempre.
Mientras tus gemidos conforman las notas que mis besos no pudieron interpretar cuando hacíamos el intento de una lujuriosa sinfonía juntos, tendrás que saber algo:

YO SERÉ LA DUEÑA DE LA TINTA Y EL PAPEL, PERO LA POESÍA SIEMPRE SERÁS VOS.