no tengo sesos, no
tengo amor.
La vida me hace una
mueca sonriente,
mientras mi dolor se
llena
de tus palabras
hirientes.
Tu indiferencia me
ataca,
mis pupilas suplican
tu perdón,
y en las tuyas, no
hay más que resignación.
Que ya no hay vuelta
atrás,
que me fui así sin
más.
Y tomo tu brazo,
toco tu hombro
me caigo a pedazos
mientras te nombro.
Inmóvil, mi piel no
te llama,
que me deje de
cuentos, ¿por qué tanto drama?
Y tus ojos no me
miran
mientras tus labios
me lastiman;
y apartas de mí tu
corazón,
en el fondo, sé que
tienes razón.
La cabeza va a matar
a la certeza
de que te quiero, te
añoro
te extraño, te
lloro.
Intento acercarme a
los confines de tu sonrisa,
pero barreras se
elevan, cortando la brisa.
Golpeo con mis puños
las paredes;
me sangran, me
duelen, inútiles, cobardes.
Me hago bolita, me
pongo a llorar,
me ahogo en mis
penas, no puedo hablar.
El mundo de fiesta,
salta y se ríe,
y yo vestida de negro,
en el
funeral de nuestros te quiero.