XXI

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En este siglo insulso la vida sigue igual.
La tecnología avanza, arrebatándonos la vitalidad.
Desechamos lo profundo y admiramos lo banal.
Nos creemos las mentiras, evitando la verdad.

Que hay niños que se mueren, no se pueden alimentar.
Que hay ricos que tiran, banquetes con caviar.
Algunos, kilómetros caminan por un poco de beber.
Otros, en hidromasajes se quejan por ascender.

Que este siglo es basura, contaminantes por doquier.
No te cobran el aire, pero te lo contaminan, ¡joder!
Veo la noche estrellada, y no puedo creer,
que en ciertos lugares, las estrellas, solamente en libros se puedan ver.

Con cinco años trabajan y no pueden estudiar,
otros con treinta y cinco, siguen viviendo con mamá.
De hipotermia en invierno cesan de respirar.
Por intoxicación alcohólica, un viernes, un velorio hay que organizar.

Muchas mentes prestigiosas no se pueden educar,
una bala, sin piedad se roba su coeficiente intelectual.
Que el cáncer ya tiene cura, pero no la van a divulgar.
La salud no genera tanto como batallar contra el ataúd.

Tantas palabras bien ordenadas, cargadas se sabiduría,
se ven como garabatos a ojos de analfabetos.
Les robamos la libertad, de aprender de otros argumentos.
Les robamos la libertad, de obtener una maestría.

Con los medios masivos, asustamos a la población.
Pero evitamos que se enteren, de la deforestación.
Que nadie aquí sepa, que hay países en dictadura,
que hay niños a los que se los educa, bajo la ley de mano dura.

Claro que no existe, hoy en día la esclavitud
ella es inmigrante, y para trabajar aquí, pidió solicitud.
Que se calle señorita, que no tiene pasaporte
si a su hijo vivo quiere, más le vale que se comporte.

¡Claro que la sociedad ha mejorado!
Los índices de mortalidad infantil han bajado,
los alimentos transgénicos nos han dominado
y los circos, menos animales han adiestrado.