A vos.

// //
Tantos “te quiero” que compraste en un callejón oscuro, fueron los que me regalaste. Los inventados, sacados de fantasías adolescentes. Un engaño, una mentira. Me hiciste creerte mío, me celaste, exigiste exclusividad. Me invitaste a tu vida, pero a tu vida falsa, a tu mentira, a tu realidad virtual. Yo fui y nunca existí.
Te besé, te abracé y me permití ser tu segunda, o quien sabe, tu tercera opción.
Sabía que estar a tu lado era comprarme todos los boletos a un viaje sin retorno hacia los confines del dolor. Y me aferré a tu “buenos días” de todos modos. Sonreí con cada una de tus fotos. Acepté y alabé nuestras diferencias. Me dejé convencer por tus abrazos, por tus “te extraño”. Me dejé llenar de mimos el alma, y desarrollé la necesidad de ser mimada una y otra vez. Te convertiste en la fuente de mis hormonas de la felicidad y mi cuerpo buscaba tu presencia.
Mi conciencia se negaba a quererte, sabía lo que significaba. Y mi inocente mente de adolescente creía, ilusa, que por mí cambiarías.
¿Por qué deberías de cambiar tus dieciocho años de decisiones y construcción de personalidad, por mí? Por alguien que hacía tan solo un mes no conocías. Por alguien que a pesar de saber muy bien quién eras y de admirar tu simetría facial, vos no reconocerías en la calle jamás.
Tonta, idiota, crédula.
Antes ya me había dicho y había declarado a viva voz que nadie volvería a tomar el control de mí, cual si fuera un títere, y hoy te veo moviendo los hilos de mi vida.
No.
Basta.
No vas a ser vos quien maneje mi vida. No vas a seguir endulzando mis pesadillas. No vas a colocar tus grandes manos sobres las mías y reírte de mi esmalte y la suavidad de mis palmas. No vas a sonreírme y besarme.
No vas a colocar tu mano en mi espalda, y tus labios en mi boca, mientras nos contamos sin palabras cuánto nos extrañamos.
No.
Porque en el lugar de mis amores, no voy a permitir que entren ilusiones baratas, jugarretas, cariño vacío, abrazos fríos.
Mi alma merece más que tus mentiras.

Y vos merecés más que vivir engañándote.