Altschmerz

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Sentada en esta habitación a solas, con un puñado de poemas que un buen día te dedique, me dedico a soñarte. Con un par de risas tuyas escapándose de entre los cuentitos que me leías en el sofá, estoy, rodeada de las paredes que parecen cada vez más húmedas y frías. Me mira el techo con cara rara cuando ve que, nuevamente, tomo el lápiz y te escribo. La brisa suave, entra por la ventana sacudiendo a las cortinas a quienes empapa de llovizna, y a mi con un par de lagrimas inquietas con ganas de jugarse una maratón hasta la comisura de mi boca. Me acompañan hoy tu recuerdo, un cigarrillo y el cuaderno: Mi fiel compañero de depresiones y bailes sin razones. La lluvia afuera pareciera mojar todo, menos la flor marchita, que guardo dentro de mi pecho desde ya hace un tiempo. Señora luna se me pone a conversar a veces, pero no estoy de humor para sus consejos, yo, muda, me aíslo y la callo de un arrebato. Son noches bebiendo canciones, fumando estrofas amargas para alivianar el caos que pinto en estas páginas. Intentos fallidos mil veces. Sigue la esperanza de sacarlo todo hasta que no quede nada aquí dentro, pero es que estas tan agarrada que ni el olvido se te acerca. Dos por tres te leo algún libro en voz alta, como si me escucharas, con tanta emoción que cada signo de exclamación tiembla al ser leído. Pero llega el punto final y se me apaga la voz y se me destruyen los esquemas. Sentada en esta habitación, con el mismo puñado de poemas, los mismos que un buen día te dediqué, me dedico a hacerte el amor con esta tinta que hoy, vacía, me confiesa: "Me cansé de escribir en nombre del dolor."