Taciturno de la urbe

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Esta letanía que abraza nuestras almas ensombrecidas, juventud adormecida de días de sueño y noches de algarabía. El tranvía pasa en silencio. Un día más es otro día menos, nuevas caras desconocidas y caras largas es los que vemos. La sonrisa parece estar perdida, se ha ido de viaje y quiere perder la vida, la vida en algún descampado desolado sin nadie al lado está llorando, meditando y pensando que vivir es sufrir y sufrir es parte del día diario. ¿Qué nos pasa? ¿Qué nos sucede? Hemos dejado de vivir el momento presente por el tiempo iluso del futuro y el pasado. En ellos ya no existimos, del pasado nos extinguimos y del futuro aún no hemos nacido. ¿Entonces? ¿A qué estamos esperando? Vivir el ahora es la salida recurrente que nos invita a ser felices realmente, lejos del letargo silencioso y fuera de esas vidas en penumbras, acompañado de palabras que el camino me alumbran.
Así camino por este valle desolado, con miles de personas pero sin nadie a mi lado. Como dice el tema: "Cómo soportar el peso de esta misantropía, no hay lágrimas en mis ojos mas lloro todos los días". El dolor inspira y hoy por hoy hay más corazones rotos que libros en las estanterías. Ya nadie quiere leer, prefieren inducirse en la moda, y en la joda dejarse caer. Mentes erradas, vidas desvariadas, miradas cegadas. Y si este escrito carece de una línea o idea y lo ves como algo inerte, quiero que sepas que escribo por placer y no por complacerte.


 


                               Lucas Duarte