Miradas

// //
Estábamos sentados en el pasto, en un contacto tan único y primitivo con la naturaleza.
Miro sus ojos y lo veo mirar, ¿qué mira? No sé. Tiemblo. Vacilo. Pienso. Toco su mano. Acá estoy, casi imperceptible para su humana perfección.
Me pierdo en cada detalle de su piel, me detengo en un lunar, extasiada, como si no hubiera nada más allá.
De un momento a otro me percibe, me mira, no solo con los ojos; me mira con el alma, me toca con el iris y desnuda todo de mí. Cuando lo miro, a sus ojos, descubro el secreto de la vida, de su vida, de mi vida. Ya no hay incógnitas para mí. En esa mirada penetrante, angelical, profunda, encuentro al fin eso que tanto busqué.
Cada vez que tengo el divino privilegio de que me mire, pienso: no sé el para, -mucho menos el por qué- de mi existencia, pero qué bueno estar viva ¿lo amo? Tal vez.
Es tan efímera la vida, ¿por qué nos preocupa tanto un porvenir si realmente no hay garantías de que exista? ¿Por qué no vivir el hoy, hacer lo que dicten nuestros impulsos? Habrían besos más sinceros, abrazos más largos y más miradas archivadas en nuestra memoria.
Vos; ¿cuántas miradas atesora tu mente?