fiebres

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Me duele la cabeza de pensarte,
la incertidumbre me lastima,
el corazón ya no estima,
mi mente es quien intenta alcanzarte.


Ah... y mi vacío cuarto 

que parece hasta haberse agrandado
seguramente por haberte dado 
todo lo que contigo comparto.


Ordené todo para ordenar la mente,

me lavé la cara, me dolió el pecho,
estuve un par de horas observando el techo,
me asombré de lo rápido que avanza el presente.


Me mudé bien lejos de casa

para así olvidar a tu ausencia,
y entendí con paciencia
que con la distancia el dolor no pasa.


Podría decirte que entiendo

que el problema es extrañarte,
porque la decisión de, en mi corazón llevarte
es la culpable de seguirte sintiendo. 


Y por más lejos que me vaya, 

personas que recorra,
siempre pediré a esa voz que me socorra,
a esa misma que me calla.


Soy una idiota si digo que te espero,

porque (creo que) ya no lo hago,
y aunque sienta que me apago,
me mantengo con luz porque te quiero.


Con un dolor agudo,

me despido de vos,
y te digo al oído, casi sin voz,
que me enseñaste a querer, y no lo dudo.