
Pero no de este muñeco de vitrina en el que te convertiste.
No, yo me enamoré de vos, del niño de 14 años que jugaba a ser grande.
Ese niño que había pasado por muchas cosas que algunos adultos nunca van a conocer ni en el imaginario de sus peores pesadillas.
Ese niño, el único ser en la tierra que cuando le hablaba parecía realmente entenderme y no ser simplemente otro robotito condescendiente.
Pero el tiempo pasa, la gente crece -aunque no sé si ese sea el mejor termino, "Crece"- yo creo que eras mucho más grande en aquel momento.
Podríamos decir, entonces, que decrece. Eso, eso fue lo que te pasó a vos.
Se te olvidaron algunos valores, otros los modificaste, algunas cosas, las que te hacían más vulnerable, más persona, las encerraste y las enterraste tan profundas que creo que ni vos mismo sabés dónde las dejaste.
A veces me parece leer en tu escritura o ver a través de tus pupilas un destello de aquel niño lleno de arte. Que al vislumbrar su huida vos mismo te encargás de volverlo a encerrar.
Tal vez, vos también sepas que esa partecita tuya es uno de tus tesoros más preciados, y por eso decidiste encerrarlo y cuidarlo tan cautelosamente.
Para que nadie pueda robarlo, para que nadie pueda conocerlo, para que nadie pueda encontrarlo. Tanto así que a veces todos, vos inclusive, olvidamos que ese niño sigue ahí...