Cada muerte es
como si fuera una campana, un reloj despertador. Para que abras los ojos, te
despiertes y te des cuenta de que los segundos están pasando, que la vida está
pasando por vos. Y que en cualquier momento se te puede terminar, sin avisarte
antes.
Así que abrí los
ojos, ahora. Cada muerte es una lección, de que nada es eterno, de que todo
tarde o temprano se termina; el ciclo que sea, la vida de quien sea.
Acordate de que
por algo estás acá, por algo estás viendo muerte y destrucción todos los días,
por algo ves injusticias, y te afectan, ¿no? Vos estás para cambiarlo, para
dejar tu grano de arena en la playa que es el mundo, porque si lo vemos de otro
lado, podría ser tan calmo y bonito como el mar.
Pero despertate,
mirando y llorándole a la tristeza no vas a poder cambiar nada. Siguen muriendo
a tu alrededor, sigue pasando y vos te dejás llevar con ellos.
No.
Luchala, peleale
a la muerte, ganale la guerra. Vos sabés que para algo viniste al mundo, no
dejes que todo se destruya, no decepciones a la vida no haciendo nada para
cambiar tu hogar, el hogar de tus ancestros y de las generaciones que vendrán.
Movete, cada
persona que cierre los ojos para nunca volver a abrirlos esté donde esté, es un
segundo menos perdido.
Parecemos muchos,
pero somos muy pocos.