CONSIDERACIONES DE UNA NOCHE

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     Luego de dar vueltas en la cama sin ningún rastro de luz durante aproximadamente dos horas, 120 minutos o, para que suene aún más trágico 7.200 segundos. Me dispongo a bajar el brillo del celular con el objetivo de que mis ojos no sufran frente a esa luz extrema y artificial que él mismo emana, la cual me encandilaría en el momento exacto  que toque mis pupilas.
Tengo el presentimiento de que uno de mis yo que no logro controlar, quiere comunicarse.

     Cual coreografía sincronizada y sin equivocaciones, mi cuerpo se mueve a la orden de su superior, ejecutando una serie de acciones sin total consciencia de qué está realizando. 
Primera línea de acción: Alejar el pequeño aparato tecnológico lo máximo que mi brazo derecho lo permita de mi rostro, para luego cumplir con la disposición anteriormente mencionada. 
Segunda línea de acción: Apoyar dicho artilugio en mi pecho y comenzar a construir las palabras que leíste anteriormente, estás leyendo y leerás.

     Mi mente se encuentra más activa que nunca. Viaja al futuro al igual que una máquina del tiempo. Se centra en las miles de cosas que tiene que ocuparse allí y se lamenta no haber contribuido con ellas en el pasado. Casi paralelamente viaja a futuros cercanos, tales como el día de mañana, y organiza las distintas actividades en las cuales formará parte junto a ese cuerpo que pertenece y no siempre es consciente que la alberga, ese pequeño conglomerado de órganos, huesos y demás, el cual seguramente cuando muchos otros lo perciban llamará sus atenciones la pequeña estatura que posee y si observan más detenidamente, el inferior del rostro hinchado y pigmentado con un color violeta. 
Viaja a futuros un poco más lejanos; cuestionándose pasados reales y pasados aparentes, futuros con respecto a este presente, presente que ya pasó y no regresará. Se arrepiente el no haber concurrido al examen de la semana que viene, el cual hoy decidió no asistir.

     Reflexiona sobre el amor, el desamor, se preocupa y se olvida qué estaba reflexionando.

     Voy a dejar de escribir por un momento para que mi cuerpo rote, y quede apoyado sobre su lado derecho; el celular ya no se encuentra sobre mi pecho sino que en este momento la mano que lo rodea posa sobre el colchón. El dolor que siento en una porción específica de mi cráneo me transportan al pasado instantáneamente, recuerdo aquella caída donde el bi-rodado en el cual me trasportaba  frenó sin aviso aparente, provocándome volar por encima de él hace no más de cinco horas; causando  la hinchazón y pigmentación en la parte del rostro coloquial y curiosamente denominado al igual que una fruta, que en los días venideros se convertirán en el foco atencional de alguno que otro extraño que no se encuentre mirando una pantalla y me observe.

     Un huracán de información viaja de lado a lado, sin ningún tipo de organización y devastando casi por completo la esperanza de bucear por mi inconsciente. Dormir, quiero dormir loco. Siento que lo merezco, ya reí, me caí, me quejé del dolor…  comí, jugué y ojo, estudie, si, estudie bastante. Ya entré a mis redes sociales, me subí a un bus, me toco estar parada y sentada, hice ejercicio, si, también hice ejercicio, fue yendo a entrenar que mi querido vehículo, chocó contra un muro imaginario.
Pero, ¿Fui feliz? Estoy tan exhausta que no quiero recorrer un camino conocido para mí, sin un final como tal. Lo único que quiero es obtener, en mi opinión,  el merecido descanso de todos los días. Es por eso que en este momento decido evadir el cuestionamiento tan amplio como intrincado que me acabo de formular.

     Me doy cuenta que han pasado unos cientos de segundos que ya no están, mi existencia terrenal se acorta continuamente y me sofoca, el corazón comienza a latir más fuerte y me inunda una sensación parecida a la tristeza por un momento, dos momentos y hasta tres momentos.
Rápidamente el viento vuelve a hacer lo suyo, esas sensaciones ya están lejos, son pasado.
Vuelve a escena  el único deseo recurrente desde hace casi tres horas; querer dormir.
Mis parpados superiores cada vez se vuelven más pesados, luchando por tocarse con los suyos inferiores. Es así como poco a poco el caos se disipa.
Siento que es hora de culminar esta conjunción de letras mediante el movimiento de mis dedos y terminar la batalla.
Pero estoy convencida, de que si el caos regresa, de igual manera lo hará el movimiento de mis dedos con el fin de expresar mi interior que no habla.

     Es así que la extensión de esta combinación de letras, espacios y signos de puntuación, a partir de ahora dependerá de la aparición o no, de un huracán futuro y posible pero para nada deseado.