Pequeña inmensidad

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Quiero estar en la absoluta ignorancia inicial de la vida. Donde solo soy y nada más.
Ahora los pensamientos son pequeñas cadenas enredadas, no pretendo entender todo como lo hacía antes. Quería lógica, quería que todo tuviera una explicación. Creía saber más que los demás, sin saber que ese es del peor tipo de ignorancia. Ahora vivo en la copa de un árbol con miedo a bajar, mirando el suelo pensando en la caída y no en el beneficio.
Pero hay un conjunto de verdades absolutas que no me falla, que me ayuda a estar cuerda. Como que el sol va a salir mañana y la noche se va a terminar junto con toda la basura que pueda pensar.
Si pudiera exteriorizar una centésima parte de lo que hay en mi cabeza, con el apropiado talento, habilidad, capacidad...
Podría ser feliz.
Podría ser libre.
Podría respirar.

Ya no es un capricho producto del aburrimiento. Ya es un capricho del destino.
Ese terco celestino que viene del infierno y se sienta a verme perder el tiempo.
Soy como esa ola ansiosa que se rompe para llegar a la arena, para acariciar la costa y ser brúscamente apartada hacia atrás. Justo cuando ya tengo la gloria en las manos.
Miro el mar con vaga comprensión, abismo de agua testigo de toda la historia.
La unión de la vida y la muerte, el despertar de la anestesia.
Pienso que nunca me sentí tan viva, que cuando me da el viento en la cara, que cuando me pinchan un dedo con una aguja, que cuando río con mis amigos.
Uno se acomoda tan bien a la vida que la vive del modo más natural hasta que un día la muerte irrumpe poniendo los días que te quedan en perspectiva. Si es que quedan.
Apretando esa soga que tenemos en el cuello y que generalmente no sentimos porque está floja o porque se volvió un rosario de plástico.
La vida misma implica muerte, pero me olvido de la muerte o me preparo para ella muriendo en vida. Ni idea.
¿Será la vida el triunfo momentáneo sobre la muerte? La muerte, esa impasible sombra que toda luz proyecta.
Me estremece pensar en los gusanos que te están devorando el corazón, que te comen a pedazos, con lentitud, disfrutando del banquete.



Panicidio